Suenan pasos, curiosa, 

sacas la cabeza entre los barrotes

Tus mejillas se oscurecen:

            de azul- violeta

                                                                a violeta-azul

Cálida, saludas abrigada desde el frío 

A tu lado la palmera, con  pañuelo en los hombros,

tela de glicinia, apoya su silla en el suelo

(la mujer  teje siempre alrededor de juegos de niños  )

Ramo hecho de  ojos felinos, dispares,

sombrilla de  insectos delicados,

almohada del sol si descansa,

al verte, crece el deseo de llevarte

mas me dicen las nervudas firmes de las hojas

Advierten del  comienzo del canto de cisne triste 

La voz allí dentro, sedosa, se rasgaría entre rotas escaleras

Llegaría al sótano entero, callada,  oscura

Vivirías el tiempo encerrado en un reloj de arena

Tus pies chapotearían en la orilla de un mar de juguete

Él no te cambiaría  las palabras dadas por prisas ofrecidas

Marchita casi enmudecida, buscarías tocar el viento

inexistente de la casa

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