Nací en tiempos de antaño por una mujer que alguna vez dudó en darme la vida, recorrí caminos en compañía y al final morían por cada altercado, subí montañas y las bajé con raspones que con el tiempo se volvieron cicatrices en mi piel, zarpé por mares hechos de mis propias lágrimas, me ausenté estando presente, me volví desconfiada mientras decía que sí a sus deseos, me detenía cuando ya estaba corriendo sin freno… Dicté mi propia muerte en mis escritos, pero anuncié mi regreso al final de cada desamor. 

Ayer lloré tu despedida y la confesión de tu corazón egoísta, desperté con las palabras más claras que no podías decir en voz alta. Miré el fruto de nuestro amor fugaz y sonrió, la experiencia de dar vida me dejó tu amor. Entonces recordé lo que dicen los sabios sobre un corazón roto, miré mi reflejo en aquel charco donde caí humillada y me levanté secando mis lágrimas… recordé las montañas, las despedidas y las cicatrices… Aún así, no es tarde para mí. 

Revivo en medio del dolor que ocasiona tu recuerdo, los deseos destrozados por el  ayer y la esperanza mentirosa que generó aquella canción que alguna vez escuché mientras te observaba ensimismado… 

Adiós ayer, adiós… He vuelto a revivir. 

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