Con la nuca dormida.

Siempre adoré esas noches donde hasta la nuca se duerme, mientras observo las estrellas, puedo decirte cómo se inclinan y puedo decirte como se veían. Vi a Mercurio como destellando por nuestros cielos, cruzando mi mirada por Júpiter que siendo tan poco visible aquel día, pude dormir erguida y sin problemas.

Tiende mi columna a caer por la fatiga, porque aún recostada en el techo del carro no concilio encontrar mirar el cielo sin perderme al enfocar en cada estrella, que aunque sus luces efímeras se alejan… siento que conmigo viéndolas estás. 

Sin vacío y con llenura del espacio, tan sorprendente que podemos sentirnos míseros, pero me siento parte de la vida, porque tengo lo necesario para brillar en mi misma, aunque alguien lo vea cuando solo queda polvo, como estrella, como fugaz, como inerte planeta que de lejos nos observa. 

Los ojos se me ofuscan, las pupilas se dilatan y mis labios secos, parecen refrescarse en el deleite de una vista impresionante, como siempre. Y la mente nos transporta a otros lugares donde el tiempo parece estar inmóvil, esperando que sea reconocido, al menos por un poco, el destello ligero de su luz. Interno, tan adentro, inexplicable y sin estar físicamente en mis huesos puedo saber que entre nosotros hay desvelos, hay miradas que se entregaron al cielo, para que con el tiempo tan bello, nos hagan llegar.

Sí, siento que no he visto aún todas las constelaciones, grandiosa vista que se me ha sido otorgada, puedo saber que nada más se me exige, mientras atónita admiro las solvencias de este mar, tan lleno de luces, tan lleno de colores, y al mismo tiempo, lleno de nuestras miradas en amores.Cada estrella, cada constelación, una mirada, una pasión, solo mirando con un pequeño viento que secándome los ojos, al sueño me mandó, que basto y tan inmenso es el cielo, que estando tan pequeño a nuestros límites… de tanta grandeza se llenó, porque ahí es donde se cruzan las miradas, que guarda cada estrella, que guardamos nosotros en aquel planeta.

-Kristel.