¿Dónde está Dios?

¿Dónde está Dios?

Soy un campesino que trabaja bajo el sol día a día, y si hay lluvia, igual, pero ya tengo las fuerzas agotadas, mis manos callosas no resisten tanto, porque por mucho que trabajo, las cosas no me rinden y ya no doy más, porque lo que siembro no me permite brindarle lo necesario a mi familia y en medio de mi desesperación me pregunto ¿dónde está Dios? Dónde está, si yo trabajo diariamente de manera honrada, sin descanso, sin hacerle daño a nadie y parece que no tiene ningún valor para él todo esto, porque estos cultivos que siembro ya no quieren dar mucho y lo poquito que recojo no tienen buen precio. Hoy voy a salir a vender lo que coseché en este día, voy a salir al pueblo, voy a llevar estas yucas y estos plátanos para vender, porque necesito comprar un remedio para mi hija, pues ella no ha podido dormir con tos y fiebre.

Ya estoy aquí en las primeras calles, hay unas casa grandiosas y hermosas, aquí debe vivir gente muy rica, aquí debe estar Dios ¿señora compra yuca y plátanos? – “No señor, ya se compró” – bueno señora, muchas gracias, voy mirando estas construcciones tan grandes y lujosas y me pregunto ¿será que aquí si está Dios? A lo profundo está un parque, hay una gran cantidad de gente, de pronto ahí está Dios y me compran algo de los productos que llevo. Ya llegué, estoy parado en medio del parque, veo estatuas por todos lados y ¿estos hombres quienes fueron? ¿serian campesinos como yo? No sé, en voz alta pregunto ¿Alguien compra yuca y plátanos? Que mal educados, nadie responde, ni siquiera por amabilidad. Veo muchos caminando de prisa y yo cansado de tanto caminar desde mi vereda hasta aquí, por eso mi camisa está sudada, mi cara bastante rojiza por el sol, mis abarcas me molestan y mis pies están llenos de polvo, porque en el camino de mi vereda hacia acá había mucha tierra por el verano. Me tomo el sombrero y me echo un poco de viento para refrescar, tengo mucha sed, voy a pedir un poco de agua a ver. Hola, señora ¿cómo está? ¿Será que me regala un poco de agua? Porque tengo mucha sed – “no señor, aquí la bolsa con agua vale doscientos pesos” – umm, gracias mi señora, de nuevo con esa sed retomo mi camino y el sol no tiene compasión conmigo, pero, Dios ¿dónde está?

Bueno, seguiré caminando a ver si alguien me compra. Uff, allá en ese lugar está entrando bastante gente, voy a ver si alguien me compra. Cuando me acerco, hay una puerta enorme y la gente muy bien vestida se bajan de sus carros, se hacen una señal en la frente, entran y se sientan en unas bancas enormes, relucientes. Buenas, ¿alguien me compra yuca y plátanos? –“no señor, no se compra” – me respondieron, de pronto me quedo mirando ese lugar y veo muchos lujos, hay unas imágenes inmensas, un poco de abanicos dando vuelta como mi mente, veo gente arrodillada, veo un señor con un vestido blanco e impecable y unas personas que se le acercan. En verdad este lugar es muy grande y lujoso, quizás muchos pobres como yo nunca entremos aquí a este lugar porque pasamos trabajando; mejor me voy, porque estoy sucio y ya oliendo un poco mal por el sudor. De seguro aquí no está Dios ¿o será que si?

Dónde estás Dios, por favor que alguien me ayude, que alguien me compre esto porque mi hija está muy apurada con esa tos y con fiebre. Voy a seguir caminando a ver si logro vender esto. Ahí está otro lugar donde hay mucha gente, voy a llegar allá, voy viendo y hay muchos productos al igual que los que llevo, hay algunas personas comprando, voy a hablar fuerte para ofrecer mis productos. Vendo yuca y plátanos, entre la multitud de pronto sale una voz- “oiga señor, usted no tiene puesto aquí, mejor retírese, porque los que vendemos aquí ya tenemos estos puestos pagos”- disculpe señor, que pena, no sabía. Dios me has dejado solo y ahora ¿qué puedo hacer? Nadie me compra, nadie me escucha y nadie me ayuda. Hay muchos lugares lujosos, muchas cosas y no veo a Dios en ellos ¿dónde estará? ¿será que sigo buscando? Pero ya no hay donde. No estoy pidiendo nada, no estoy mendigando, solo estoy vendiendo, pero en esta ciudad no hay un poco de compasión, en este mundo no hay humanidad, en mi vereda no hay ya casi nada y estos productos ya no valen nada, mi trabajo ya no vale nada, que ha pasado, por qué esto esta tan mal, por qué hay tanto sufrimiento y tanta inconsciencia, esto es muy cruel, pero ¿dónde está Dios en medio de todo esto? Quizás algún día lo encuentre o quizás nunca lograré encontrarlo. Mejor me regreso a mi casa y cuando llego cansado de tanto caminar, encuentro a mi mujer un poco más calmada y me dice: la niña se tomó un calducho y ya se siente mejor, me arrodillo y le digo; gracias Dios; disculpa mi ignorancia, al cabo de un rato se me acerca un vecino y me dice, vecino cambiemos este queso, esta leche, esta mantequilla y estos huevos, por plátano y yuca. 

! Él es grandioso!

Dios no está lejos, él está ahí, aquí dentro, no lo busques afuera, él está en estas palabras que me está regalando, él me está permitiendo organizarlas, ellas son esencias de su bondad, pero sucede algo, los que nos hemos olvidado de él, somos nosotros, lo hemos echado a un lado en medio de nuestras interacciones diarias, llenas de intereses materialistas y nada más.

Gracias por leer estas líneas, que son un regalo de Dios.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS