Momentos culturales en tiempos de Semana Santa.

Momentos culturales en tiempos de Semana Santa.

Momentos culturales en tiempos de Semana Santa.
En esta época de Semana Santa, fecha de reflexión, de gratitud, de respeto y de adoración a Dios, me lleva a bucear en mis pensamientos aquellos momentos tradicionales que cuando niño vivíamos sin saber mucho a fondo lo que significaba este evento cultural y religioso, pero que podíamos disfrutar de las cosas que nuestros abuelos y padres nos inculcaban dentro de lo poco que ellos conocen al respecto. Mi abuela y mi madre se encargaban de recordarnos a mis hermanas y a mí, que tuviéramos mucho cuidado con nuestros comportamientos o travesuras, ellas siempre nos decían de forma misteriosa y seria: “ojo que llegó La Cuaresma y el diablo anda suelto; el que ande con groserías o sin hacer caso, se lo come y le saca la lengua con todo y tripas incluidas”. Era un mito muy tenebroso utilizado para moldear nuestras conductas traviesas en épocas de niñez, pero que en el colegio nos colocaban la contra para eso, siempre nos hacían la cruz de ceniza para que no tuviéramos que ser comidos por el diablo. Desde entonces empezaban una serie de expresiones culturales que hacían referencia a estas interacciones tradicionales en nuestra comunidad junto con el sonar del canto de la chicharra que culminaba el domingo de resurrección.

Era hermoso cuando nos compraban las bolitas de cristal, que con sus diversos colores nos llamaban tanto la atención y nos asombrábamos por su trasparencia, con las cuales jugábamos horas enteras hasta volvernos expertos en puntería, jugando al cave y hoyo, al quiñao y otros inventos que nacían de este juego. En las compras más usuales, mi abuela y mi madre siempre traían la tinaja o el moyo de arcilla para la chicha y para guardar y refrescar el agua, también nos compraban la cocá, la gallina o la paloma de barro para que sacáramos notas y melodías, cosas que nos llenaban de mucha felicidad, pero además y que en ese tiempo no lo sabíamos, es que esas figuras de arcilla, eran instrumentos que utilizaron nuestros ancestros o nuestras comunidades originarias, los Finzenú, para mantener sus tradiciones musicales que hoy en día poco se conocen. Instrumentos los cuales daban intervalos de cuartas y que ya han ido desapareciendo poco a poco.

En la mayoría de las casas de mi comunidad en tiempos cercanos a la semana mayor, la gente jugaba barajas, dominó, parqués y otros juegos tradicionales, como una forma de reunirse y compartir en familia. En la Semana Santa, se hacía el mongo-mongo, el arroz con frijol, las sopas de palmito, el revoltillo de moncholo ahumado o de bagre, acompañado con ensaladas de zanahoria con remolacha, ensaladas de papas con huevos y otros tipos de comidas que eran usuales en esta fecha. En estos días santos, era prohibido montarse en algún árbol o trabajar. El jueves y viernes santos a las doce del mediodía, de los troncos de los árboles, brotaban las higas, las cuales eran tomadas para mates que luego se colocaban en las manos de los niños, amarrados con unas pitas para protegerlos de los males de ojos y otros peligros que asechaban a estos pequeñines según las creencias de los abuelos. Las personas que tenían sus padres muertos, el jueves y viernes santos, tenían que bañarse antes de las doce del día, porque si no cada tasa de agua que se tirara la persona, la sentían sus difuntos padres en el lugar donde estaban y si alguno se bañaba en algún río, ciénaga o canal después de esa hora, le salían en esos lugares las calaveras de los padres difuntos, convirtiéndose esto en creencias guardadas en el folclor literario oral de los abuelos y personas mayores en nuestro pueblo.

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