Te mire y me quede

El regocijo de la brisa, aunque sea fría, no logra quemar el calor de mis mejillas. Hay tanta alegría en coincidir con tu existencia que los tormentosos climas no me alejan del sueño de la insistencia. Pudiera ser o parecer un tanto molesto, pero prefiero la verdad a ser deshonesto. No puedo dejar de pensarte en cada paso y, aunque parezca un tanto perjudicial, termino siendo tu payaso.

No me malinterpretes; no estoy limitado en mi actuar, más tu presencia ha orientado a mi corazón a callar. Es muy complicado encontrar tanta divinidad en un maremoto de etiquetas comunes, más apareces tú y me enseñas que Dios y los ángeles existen, los latidos son reales y los sentimientos motor de complejidad y, en este caso, felicidad.

Muchas veces me pregunto que pudiera estar tras esa mirada tan sensual, pero luego recuerdo que tú trasciendes lo mortal y te vuelves espiritual. Complicada de descifrar, imposible de convencer y utopía del amar, elementos que conllevan a cualquiera a parar. No obstante, termino convencido que no existe casualidad en nuestro encuentro, puesto que hay algo mucho más adentro. Desde hace mucho ha existido la conexión y será nuestro deber hacerla, con paciencia, un café y unas cuantas risas, el vapor de nuestra sensación hoy, mañana y, quizás, siempre. 

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