Y ahí estaba ella, adormecida en su hermoso sillón, desnuda, y esposada a la mesa.
Esperando a que alguien la liberara una vez más, no de las esposas, sino de su alma.
Hasta que un día, un hermoso y bello príncipe, derrotó a los malos espíritus que sucumbían en las puertas de la habitación, y entró en la habitación, encontrándose a la bella dama desnuda, adormecida en el sillón.
El bello príncipe se dirigió hacia ella, y ella diciéndole que la única manera de liberarla era con un beso en sus hermosos labios.
El príncipe la besó, y entonces la hermosa dama abandonó su cuerpo, arrebatándole la vida al príncipe para que se uniera a él en el más allá.
Y dejando aquel beso, en aquellos dos cuerpos humanos para siempre.
OPINIONES Y COMENTARIOS