Patri_ 22:01…desconectado

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Ruben Ielmini

28/10/2020

Nueve y media de la noche, la cita es para las diez, como soy fanático de la puntualidad llego antes; bajo del taxi, entro al salón donde me recibe una recepcionista carpeta en mano.

—Buenas noches señor ¿Tiene reserva?

—Sí, es para la reunión de Distribuidora Sudamérica

— ¿Su apellido por favor?

—Valdés, Claudio Valdés — busca en una lista, vuelve a repasar

— ¿Está seguro que es aquí señor? Porque no tengo a nadie con ese apellido.

—Si señorita, la reunión era en este lugar; ah, perdón ahora que me acuerdo me dijeron que pregunte por la… mesa exclusiva o algo así —levanta la vista y me mira sorprendida.

—Ah, sí si, ahora entiendo…la mesa exclusiva ya sé, acompáñeme por favor — Cruzamos el gran salón, veía solo mesas individuales. Para la reunión convocada, imaginé una mesa larga con mucha vajilla.

—Es aquí señor —Llegamos a un reservado y me señala una mesa para dos, con una iluminación muy acorde a una privacidad, una margarita roja de grandes pétalos asomaba del pequeño florero, un amplio ventanal daba a una vista panorámica de la ciudad.

  • No señorita debe ser un error, la cena es de muchos invitados y esta mesa está preparada para dos.

Ella se sonríe, transluce una mirada irónica y cómplice, vaya a saber de qué y porque; me dice muy amablemente. —Es esta la mesa, tome asiento por favor —Se retira, hace una llamada por el celular, me mira, sonríe guarda su celular y vuelve al recibidor; hace una seña a un camarero, le indica mi mesa, y a los cinco minutos ese camarero viene con una bandeja trayendo una copa.

— ¿Un Martini señor?

— ¿Martini? si claro, no está mal para amenizar la espera. — el camarero mira como si hablara en otro idioma, y dispara una segunda pregunta.

—Le sirvo el Martini señor?

—Si por favor. —lo deja en la mesa y se retira…no entiendo nada, saco mi celular y envío un mensaje a mi compañera Patricia.

Yo_ 21:05

Hola Pato ya estoy en el restaurante pero, en una mesa que es para dos ¿No me dijiste que era una cena del personal?

Patri_21:07

¿Hola como estas?

Yo_21:09

Bien estoy bien

Patri_21:11

Si decime.

Yo_21:13

Vos decime que pasa todavía no vino nadie

Patri_21:15

Qué raro ya tendría estar

Yo_21:16

¿Quien tendría que estar?…

De respuesta me envía la imagen de un emoji guiñando un ojo y sacando la lengua

Yo_21:20

¿Y eso que quiere decir? dale Pato, que es esto una joda?

Patri_21:25

Tranquilo que a las nueve y media la tenés ahí

Yo_21:27

A quien tengo nueve y media? no estoy para chistes

Patri_21:28

Desconectado

—Que hija de puta, no contesta— Dejo el celular en la mesa esperando a ver qué pasaba ahora cómo seguía la broma pero nadie venia. Pasaron diez minutos la recepcionista se acerca a la mesa con alguien que me resultaba conocido.

— ¡Es aquí señorita, siéntese!—miré con sorpresa a la persona que estaba frente a mí.

—Usted, pero… ¿Qué hace aquí?

—Eso pregunto yo ¿Qué hace usted aquí?

—Me dijo Patricia que a las diez nos reuníamos los del sector en este lugar, pero no pensé que usted vendría.

—Yo tampoco pensé que usted estaría, si no… no hubiera venido.

Cuelga su cartera en el respaldo de la silla y se sienta, con cara de pocos amigos. Ella es Marcela Di Pietro, gerente senior con quien había tenido una fuerte discusión.

La causa de aquel encontronazo fue un error en el cálculo de porcentajes de ventas, me equivoqué; reconocí el error pidiendo las disculpas del caso y esta detestable mujer, hizo un comentario muy irónico… me parece estar viendo esa discusión.

Era ella su oficina y yo el acusado fumándome su discurso.

— ¡Bueno, le vuelvo a pedir disculpas me equivoque, soy un ser humano Marcela!

—Entonces…procure recordarlo más seguido; eso de …humano je je. —Fue ahí que no la soporté más y me saltó la térmica.

­—Disculpe, es usted ¿la mujer perfecta? Entonces que hace trabajando en relación de dependencia. Tiene un súper ego se la cree y piensa que es más, y realmente es menos; solo un titulo y un cargo, pero no es mejor que ninguno de nosotros.

— ¡Ah no me diga! por algo será que tengo título universitario y la empresa me dio este cargo!­

— ¡Mire señorita; no tendré título universitario, pero tampoco me friego en los pantalones de ninguna autoridad como usted!

— ¿Cómo dice? pero… ¡No sea irrespetuoso!

— ¿Y usted qué es? ¿Quiere que se lo diga? si ahora mismo en esta oficina se me escapara un pedo, sería un atrevido y un mal educado pero, si se lo tira el gerente general; usted diría -¡Doctor Mejía, que ocurrente, pero que bien huelen sus flatulencias! por favor; no me venga a refregar su título universitario y cargo jerárquico.

Se quedó muda, abrió sus ojos como si hubiese metido los dedos en un enchufe; su vista fulminante pasó de dos veinte a tres ochenta voltios, su rostro pálido pasó a rojo escarlata; levantó su índice izquierdo señalándome la puerta.

— ¡Fuera de mi oficina maleducado insolente! voy a hacer que lo suspendan, lo voy a— Di media vuelta y salí, dando un portazo, la deje hablando sola.

Media hora después me llaman de personal, imaginé una sanción o mi despido; nada de eso pasó, como tenía buenas referencias, solo recibí un tirón de orejas, le dije al jefe de personal que cuando pase la tormenta pediría disculpas; él me conocía, me pidió tranquilidad y que bajase un cambio pero si se volvía a repetir, esa reunión en personal, sería en otros términos.

Pasaron dos semanas del incidente, la crucé en el pasillo, ese día vino muy elegante, me impactó; acostumbrado a verla de traje, pelo recogido con rodete tipo abuela y lentes culo de botella, lo que tenía delante era otra cosa, sin lentes cabello suelto pantalones a la moda y un sueter con un escote en ve, donde lucían y se destacaban sus atributos; me miró muy seria.

—Buen día Marcela— me respondió con un movimiento de labios, no sé si contestó el saludo o me puteó; la seguí mirando hasta que entró a su oficina, en ese momento una voz detrás me susurra.

— ¡Cerdo degenerado!, decí en voz alta lo que estas pensando!

Era Patricia, su secretaria, la buena onda del equipo. 

— ¿Viste como se vino la jefa?

—Sí, sí, no entiendo que le pasó, cambió el look de dama antigua, se agiornó, está irreconocible

—Es su cumpleaños nene, ¿no sabias?

— ¡Ah mira vos, no, no lo sabía!

—Nos reunimos después de las cuatro a cantarle el feliz cumpleaños, le regalamos un perfume y una torta, así que date una vuelta.

­—Ni en pedo, con el encontronazo que tuvimos me saca de raje.

­—Pero no boludo, no va a pasar nada, dale vení.

—Voy a ver.

Ese día no me pude concentrar en el trabajo, me quedó esa imagen de princesa salida de un cuento ¿qué carajo me estaba pasando? —Tranquilo Claudio tranquilo— me decía una y otra vez, como hago para quedar bien, esta mina me tiene entre ceja y ceja; quiero recuperar imagen; ya sé, flores eso es, un buen ramo de flores.

Con la excusa de un trámite en el banco salí del trabajo, fui a una florería; hice que le enviaran un ramo con una tarjeta que escribí tres veces, la empleada me empezó a mirar feo cuando le pedí por tercera vez una tarjeta, pero esta era la definitiva.

Marcela, le mentí, las flatulencias del doctor Mejía apestan, discúlpeme por todo lo que dije… ¡Feliz Cumpleaños!

Al día siguiente me comentaron que se quedó sin palabras cuando leyó la tarjeta, dicen que se sonrió, y la guardó en su cartera.

Estoy caminando por el pasillo y ella que sale de la oficina, me saluda muy seria—¡Buenos días!— le contesto el saludo, ella siguió como si nada no dijo nada, nada de nada ni de las flores ni de nada, pero… ¡qué hija de puta! no dijo ni «, se la vengó. Por el interno llamo a Patricia.

­—Pato decime una cosa, tu jefa, que dijo del ramo que le mandé, porque me crucé recién y nada.

—Ah vos que te pensas que se va a olvidar fácil, es vengativa.

—Sí, me di cuenta.

—Pero todo a su tiempo amigo, hay buenas noticias también.

— ¿Que buenas noticias?

—Sin apuro compañero…ya te vas a enterar ¡Ah! y otra cosa, tenemos planeada una cena para el viernes vamos todos los del sector ¿Te anotas?

– El viernes, bueno si a qué hora.

-Diez de la noche, en el Resto del Bajo.

-Ok ahí estaré.

Así fueron los hechos, ahora estábamos cara a cara, mesa para dos en ese reservado, ella miraba para todos lados buscando algún rostro conocido.

—Algo está pasando acá, como es que nadie viene y ya van a ser las diez.

—Yo pienso igual.

— ¿Esto no será idea suya no?

—No entiendo Marcela a que se refiere con eso de…idea mía.

—Esta reunión, la planificó usted, si es así, es de muy mal gusto y ya me estoy retirando.

La miré sorprendido y me volvió a saltar la térmica.

—Marcela…sería la última persona del planeta con quien quisiera estar compartiendo una mesa.

—Pero mire usted que bien, por fin coincidimos en algo.

Llega el camarero con un Martini y se lo deja a mi acompañante

— ¡Y le digo más señorita soberbia, si sabía que venía hubiera traído un insecticida, y lo rociaba en su copa antes de brindar!

­— ¡Qué casualidad señor en cambio yo le hubiese puesto un laxante y disfruto verlo corriendo al baño así revienta como un sapo sentado en el inodoro!

La alarma de los dos celulares que estaban en la mesa, interrumpen la áspera conversación.

—Es Patricia me está escribiendo un mensaje—ella mira su celular

­—Si a mí también me está enviando un mensaje.

Patri_22:00

Hola a los dos, me imagino que estarán frente a frente, bien «este» es el momento, digan todo lo que se tengan que decir de una vez por todas, o se odian o se quieren, preferiría lo último, se mueren uno por el otro, pero son un par de nenes caprichosos y asustados que no se animan a enfrentar sus sentimientos…Claudio, deci todo lo que me dijiste de ella y vos Marcela, decile lo que pensas de él. Hasta acá llegamos, ahora el turno es de ustedes, disfruten la cena…ánimo mucha merd y buenas noches.No más mensajes.

Patri_22:01

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