Leilani, ojos de tiramisu, he depositado en ti todo mi ser, mis emociones, mi gusto, mis ganas de vivir, mis deseos de salir adelante, te di mi corazón por completo, te enseñé hasta lo más profundo de mi ser, lugares que nadie ha tocado ni escuchado. me tienes en la palma de tu mano, quizás no lo sepas o dudes de lo que digo, pero es una realidad, es mi realidad.

Al principio de lo nuestro tenía miedo, porque sabía que te estaba entregando mi mente, contigo tuve la oportunidad de ser yo mismo, y lo aceptaste con tanto amor que no supe qué hacer, creí que todo lo que vivía a tu lado no estaba pasando, aumento mi miedo,se nublo mi vista y mi razón, en realidad no supe qué hacer, fue grandioso como llegaste a mi vida y como la cambiaste por completo.

Extraño los días a tu lado, tus abrazos tan cálidos, esos abrazos que curan todo, las llamadas por la noche hasta que alguno de los dos se durmiera primero, las fotos que me mandabas, los buenos consejos que recibía de ti, tus palabras, tu mirada en cada mañana al verte, el besarte y ver tus preciosos ojos de cerca, muy de cerca, la disposición que me dabas al escucharme todo lo que contaba, me fascinaba que me entendieras y nunca me juzgarás, me encantaba hacer berrinches contigo y tú conmigo, ahora, todo acabo, todo.

Lloro hasta dormir por las noches, lloro al pasar por las calles donde estábamos juntos y te besaba con tanto amor, lloro casi en todo el día, mi trabajo de alguna manera despeja mi mente, pero no dura, solo unas horas y después, regresa otra ves, he estado así por casi 6 meses, cada día me haces más falta, cada día me amargo más, he perdido el sueño, el apetito. He platicado de ti, a unas cuantas personas, unos me dicen que te hable y trate de recuperarte de nuevo, otros que te de tu espacio, tú tiempo y espere a que regreses, tú sabrías decirme algo mejor.

No logro comprender que hiciste conmigo, me llevaste tan alto, tan alto, que de la nada me soltaste y caí con fuerza, no puedo levantarme y a la ves no quiero, he preferido arrastrarme, seguiré arrastrándome, como el gusano que soy, como la porqueria en la que me convierto cada día, hasta morir y quizás vuelva a florecer tan lento, tan lento como sea posible, aún afilo mis huesos y aferro a ti.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS