Déjame que te cuente querida
una historia más que suena a despedida
como cuando te susurraba cuentos al oído
acurrucada en mi pecho y sonriendo dormías.
Llegaste con fuerza como el viento del norte
a la agónica calma que nada espera
como esa canción de dulce nostalgia
varada en el alma que la niebla deja.
Nos besamos, casi por accidente
embriagados por la noche y el deseo
desnudamos los cuerpos y al hacerlo
los vestimos de gemidos, ternura y sexo.
Abrazado a la pureza de los besos
que devoran el deseo y la cordura
no quise ver que nuestra vestidura
no aguantaría hasta el fin del trayecto.
¿Será que en estos tiempos
el amor es liviano y se lo lleva el viento?
¿quizás en nuestra condición humana
el amor sufre impunemente la discriminación del miedo?
Te veo partir con ojos relucientes
y añoro un nuevo giro del destino
recuerdo tu risa en mi copa de vino
y encuentro tus ojos en los ojos de la gente.
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